¿Lucha de Clases?
A la teoría de la lucha de clases y de la oposición
irreductible entre el capital y el trabajo, a la prédica demagógica que enseña
al obrero o empleado a odiar al patrono como a su mayor enemigo y que, de
carambola, previene a éste contra aquél, hay que oponer resueltamente la
doctrina más sagaz y razonable de la identidad de intereses entre todos lo
elementos del cuerpo social, entre todos los estamentos de la nacionalidad. Al
país entero en realidad -y no sólo al empresario ni sólo al obrero, no
únicamente al Capital ni exclusivamente al Trabajo- interesa que se exploten
sus fuentes de riqueza, que prospere la agricultura, que se afiance y
desarrolle la industria, que empleados y obreros ganen cada vez más altos
sueldos y salarios y mejoren su nivel de vida, y también que el empleador
obtenga razonables utilidades que lo estimulen a nuevas inversiones, porque
éstas han de representar por fuerza nuevas y amplias oportunidades de trabajo y
bienestar.
Si obreros y capitalistas tienen conciencia de sus derechos y
obligaciones, si las leyes establecen garantías a favor de unos y de otros, si
se impide que el exagerado afán de lucro sacrifique al obrero y se impide
también, con idéntica energía, que el irresponsable exceso demagógico sacrifique
al capitalista, al .descontento, al rencor, al encono entre las clases, a las
divisiones estériles, habrá sucedido en el Perú un régimen de armoniosa y
estimulante cooperación entre todos los peruanos.
La Prensa, 16/8/1953